Publicado el 06/11/2022.
La semana pasada fui invitado a dar una pequeña charla, o mejor dicho participar en una mesa donde yo y otros dos ponentes hablamos de los problemas y tal vez soluciones a los que se enfrentan o enfrentarán los archivos.
Estuve en las anteriores ponencias ese día y tocaron temas como incendios, humedades, ataques informáticos e incluso algo de cambio climático y cómo la temperatura o las lluvias en exceso podrían poner en peligro los archivos catalanes.
Aproveché también para conocer a personas interesantes de la restauración como conservadores, arquitectos (y a Fátima Rodriguez telemáticamente, que me recomendó para esta charla a la que ojalá pronto pueda entrevistar para un SIN ANESTESIA). La verdad es que creo que tuvimos unas conversaciones muy interesantes sobre los formatos físicos más longevos o la arquitectura actual y cómo ha dado la espalda al ahorro energético.
Pero sobre todo quería contaros o relatar mi charla, lo que les conté y tal vez alguno se anime a comentar qué le pareció la misma.
Empecé recordándoles que aunque sean funcionarios, hayan hecho una carrera y su trabajo a veces pueda resultar rutinario, son los herederos de una tradición pro conservar los documentos históricos y actuales que de archivero a archivero han ido siendo conservados, catalogados y recordados a lo largo de, en muchos de los casos, ya 700 años o incluso más. Que sus archivos y documentos que ahora se esfuerzan por preservar y catalogar ya han pasado por incendios, inundaciones, insectos, derrumbes, terremotos y todo tipo de calamidades, incluidas varias guerras.
Les recordé que, aunque han nacido y vivido en paz y su trabajo independientemente de los fondos económicos que han tenido para poder trabajar con dignidad, muchos de estos archivos todavía están en situaciones muy precarias y requieren de ayuda de las administraciones, independientemente de eso no han vivido tiempos de guerra o de escasez real.
Les dije que su trabajo es dejar todo lo mejor posible para la próxima generación de archiveros y que hay que pensar así, con visión de cientos de años, y estar preparados para catástrofes inimaginables, pues la historia nos ha demostrado que siempre llegan y se tienen que superar.
Aquí ya se les empezaba a cambiar la cara y me miraban con atención o extrañeza. Pero fue cuando empecé a hablar de la tecnología cuando definitivamente más de uno pensó…” ¿Quién es este tipo?”.
Ya sabéis que llevo ya 4 años dando la turra con la tecnología, con el futuro más que oscuro que preveo en un escenario de reducción brutal de petróleo y otras fuentes de energía fósil disponible y la poca esperanza que tengo en las renovables.
Empecé explicándoles la fragilidad de sus sistemas informáticos, de cómo tienen programas anticuados, difíciles de actualizar, con empresas que a lo largo de los años desaparecen dejando todo obsoleto por lustros o décadas.
Pasé después a recordarles la fragilidad de los medios de almacenamiento, cómo duran entre 3 a 10 años siendo muy optimistas, lo costoso que es su continua renovación, y cómo en el futuro nadie nos garantiza suministros suficientes.
Continué con la nube y cómo esos sistemas informáticos contratados a saber dónde están, haciendo que sus archivos analógicos se esfumen, reemplazando el papel por bits que acaban en contratas y subcontratas y que cuando haya problemas de escasez es probable que no se puedan salvar por no tener el control físico de la infraestructura.
Y de aquí ya pasé a las conclusiones: que tengan copias en papel, que muchos archivos de grandes empresas y estados están volviendo a lo analógico para tener copias más resilientes en casos de catástrofes y lo mucho que les cuesta mantener los sistemas informáticos vivos…
Después de mi intervención se hizo el silencio, hubo alguna risa y aplausos que ojalá me digan si por compromiso o porque realmente les gustó.
Creo que muchos no se habían planteado seriamente aún problemas más serios que un incendio o un rayo, pero muchos pienso que al ver que sus archivos por dejadez de la administración o por otros motivos todavía son bastante analógicos y requieren de poca energía para su mantenimiento, vieron cuán resilientes sin quererlo pueden llegar a ser, como por ejemplo los archivos eclesiásticos, que llevan cientos de años albergando esos documentos y cosas así.
Fué un placer dar la charla y con este resumen quiero mandar un saludo a la organización y a los que me recomendaron para que fuese. Un abrazo.