Pedro Prieto, Junio 2024. Lo vi y no lo vi. Lo vimos algunos y no lo vimos o no quisimos verlo. No se puede crecer de forma infinita en un mundo finito. Nadie discute esto de frente, pero muchos lo discuten de forma sesgada.
Por ejemplo, el bipolar Elon Musk lanzando un Tesla a Marte y planeando llevar en miles de gigacohetes un millón de inocentes a repoblar Marte y de ahí al más allá. El mito del Arca de Noe.
Desde siempre hemos sabido que los seres vivos nacen, crecen se reproducen y mueren.
Siempre hemos sabido que somos finitos. A veces, hemos sabido disfrazar nuestra finitud con ensoñaciones de eternidad, de vida perdurable y por los siglos de los siglos, pero si somos sinceros, sabemos que somos finitos. Los hay que disfrazan muy elegantemente esa finitud.
Hay religiones orientales que apuntan a un alma eterna en una sucesión de cuerpos que no lo son, en sucesivas reencarnaciones, que según te vayas portando, suben o bajan en la siguiente reencarnación.
Y por supuesto, abren la puerta a que sucesivas reencarnaciones bien llevadas, terminan dejando al alma ya sin necesidad de volver a buscar cuerpos en los que reencarnarse.
Otros más pegados a la tierra, ven la infinitud también de forma elegante y esperanzadora, como mi venerado y ya desaparecido Paco Puche, en forma de homo humus; esto es, si somos infinitos, es porque somos humus y volvemos a la tierra, a su seno a seguir dando vida con nuestros restos. En latín diríamos memento, homo, quia pulvis es, et en pulvis reverteris. Somos, si, polvo y volveremos al polvo, pero me gusta más pensar en que somos humus. El polvo puede ser materia inerte. El humus,
no.
Nunca he sido determinista; creo que eso es más una obsesión protestante, especialmente calvinista, que Max Weber retrató tan bien en su obra magna “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” No me atrae la “ética del trabajo”. Ni la doble predestinación. Siempre he luchado contra los arrogantes que se sienten predestinados a lo mejor, que tienen derecho a ello, que se salvarán. Me ha resultado siempre cínico y prepotente que los que eligen esa vía terminen creyéndose que ellos son los que están predestinados a la salvación y no a la condenación.
Seguramente en eso influye haber nacido en entorno católico, hundido en raíces griegas y latinas, que prefieren disfrutar con Baco, disfrutar de la siesta, pasar de disfrutar los excesos a recuperarlos con ayunos o sacrificios. Me rebela creer que no trabajando como un burro para acumular dinero, se deja de glorificar a Dios por ello. Me siento más identificado cuando miro de frente a la miseria humana y en vez de despreciarla y considerar que la caridad está mal vista porque fomenta la mendicidad, entender que uno puede estar en ese mismo lugar en cualquier momento, como el Santo Job, comiendo las migajas de la mesa del rico Epulón.
Habiendo sido tanteado por el Opus, percibí que esos católicos llegaban tarde al concepto calvinista de santificación del trabajo. Soy más bíblico si creo que el trabajo es una maldición divina, que por el contrario, como cree el Opus y los calvinistas, es una bendición humana que nos salva. Eso solo sirve para acumular dinero. Y para destrozar a la Naturaleza. Primer mito. Nunca necesitamos trabajar, hasta que nos creímos ser como Dios y terminamos teniendo que ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.
Volviendo a la finitud de las cosas, medida en tiempos humanos, creo que caí del caballo camino al Damasco del crecimiento infinito, cuando en 1998 cayó en mis manos el ejemplar de Investigación y Ciencia titulado “The End of Cheap Oil”o “El fin del petróleo barato”, de Colin Campbell y Jean Laherrere.
Ya antes, en los años 50 del siglo pasado, M. King Hubbert se les había anticipado con sus curvas sigmoides, declarando algo que era tan evidente que no se hubiese necesitado ciencia, sino sentido común: utilizar, consumir o gastar un recurso limitado, termina agotándolo.
Todo lo que sube baja. Lo dice la gravedad, lo dice el sentido común. Lo dice la propia existencia de los seres vivos. Ni las secuoyas crecen hasta el infinito y por todo el infinito.
Lo sabíamos desde hace miles de años. Uno viaja a Las Médulas y ve cómo se descubre oro, se extrae oro, cada vez más; se llega a un punto máximo de extracción. Se empieza a extraer menos y uno se va con las ganancias a otra parte y allí queda el terreno triturado, visible para el que quiera ver, dos mil años después. Lo sabíamos, claro que lo sabíamos, pero lo olvidamos una y otra vez.
No hace falta estudiar mucho para saber que ese proceso sigue, más o menos, eso es lo menos importante, una curva en forma de campana, una suerte de curva gaussiana, que sigue un principio elemental: descubro, extraigo, me beneficio, extraigo más, llego al limite máximo de extracción, sigo intentando pero extraigo cada vez menos. Abandono y a por otro sitio. Algo así:
Esto sirve para elementos y materiales inertes finitos y sirve también, como todos sabemos sin haber estudiado una carrera, para la propia naturaleza y la biosfera; para la utilización de los bienes que se reponen a sí mismos o que la naturaleza se encarga de reponer.
Lo saben hasta los indios más alejados de la civilización, como los yanomamis, en la Amazonia. Llegan con sus limitadas tribus de decenas de individuos a un lugar de la generosa selva. Abren un calvero, empieza a tomar los recursos vivos de la zona: madera, plantas, alimentos, caza, etc. Si crecen mucho, terminan agotando el calvero y la zona circundante a la que tienen acceso en las excursiones a las distancias que les permiten sus propios pies o canoas. Y entonces, saben que ha llegado el momento de cambiar. Mientras la selva les sigue ofreciendo nuevos lugares.
Decimos entonces, los que nos creemos más listos, que es que la extracción de los recursos renovables ha superado la tasa de reposición que la Naturaleza es capaz de ofrecer.
Con la materia inerte, como sucede con los minerales o con los yacimientos fósiles, cuando empiezas a extraer por primera vez algún bien limitado y finito, si ves que un yacimiento se agota, te vas a otro y santas Pascuas. Sobre todo, cuando hay todavía muchos “otros” a los que recurrir.
Hoy me pregunto cómo es que pudo llamarme la atención, aquel artículo de los apreciados Colin Campbell y Jean Laherrere, sobre algo que era tan evidente.
Pues seguramente porque estaba ganado para la causa productivista y crecentista y no quería ver los límites, aunque los había estudiado muy bien en la carrera.
Durante mi infancia y juventud y primeras etapas de joven ingeniero, todo era progreso y crecimiento.
El hombre había llegado a la luna y de ahí se proyectaría a las estrella. En mi infancia era Diego Valor el piloto del futuro. Mis hijo crecieron con la guerra de las galaxias. ¿Por qué debería haber un límite al ingenio humano (el human ingenuity sajón)?
Pues debió llamarme la atención aquel artículo de Campbell y Laherrere por que era la primera vez que noté que algo se iba acabando o iba a menos en todo el mundo. Hasta entonces, todo el mundo y hasta el despistado que soy yo incluido podían haber sabido que algún yacimiento como el de las Médulas o de cualquier otro material o bien finito, se podía haber agotado, pero seguía habiendo oro en otros muhcos lugares y allá íbamos a seguir la carrera extractiva. Uno podía ver cómo un país petrolífero como Albania, había dejado prácticamente de extraer por agotamiento, pero nada, no pasaba nada, porque había muchos otros sitios donde seguir extrayendo el recurso.
Se podía saber sin preocuparse, que países como Egipto, Siria, la India, Argentina o incluso algún país gran productor y exportador de petróleo como Indonesia, miembro importante de la OPEP, terminaba acabando sus días de gloria extractiva e iba cayendo en su producción, hasta terminar en el oneroso y algo vergonzoso silencio de tener que importar petróleo.
Incluso en lugares donde había portentosos yacimientos en varios lugares de un solo país, se podía ver que las cosas finitas se terminan agotando, como por ejemplo, en el Mar del Norte Noruega, donde cuando un yacimiento se iba agotando, sus hábiles ingenieros ya habían planificado más plataformas marinas para extraer de otro campo próximo.
lo que, sin embargo, no podía evitar que ese avanzado país terminase cayendo en su capacidad extractiva, incluso sumando todos los yacimientos del Mar del Norte asignados que era capaz de encontrar. La suma de las curvas de extracción de cada yacimi9ento, cuando se superponían, no podían evitar, ver la onerosa caída de la producción Noruega, incluso salvando y admitiendo algún ascenso en medio del declive o repunte puntual de esfuerzo inesperado.
Incluso el propio Reino Unido, que desde que la adorada Tatcher (para los conservadores) pudo esquivar la dependencia del petróleo de Oriente Medio a raíz de las crisis de los setenta, al descubrir los yacimientos del Mar del Norte consiguió que su país diese palmas con las orejas de contento y se colocase como exportador de petróleo durante unos años.
Vana esperanza como se ve en su perfil extractivo de los diferentes yacimientos del Mar del Norte.
Reino Unido ha agachado quedamente las orejas con las que estuvo dando palmas durante unos años y se ha vuelto a convertir en país importador de petróleo.
Así que lo que nos llamaba la atención a algunos tipos raros de The Association for the Study of Peak Oil (al que luego se añadió la investigación sobre el gas) o ASPO, no era tanto el obvio, gradual e inevitable agotamiento de un yacimiento particular o de una suma de yacimientos o de un solo país, sino empezar a maginar qué sucedería cuando la suma de países alcanzase al mundo Eso fue lo que nos mostraron el 1998 Colin Campbell y Jean Laherrere en 1998. Y además, tuvieron la osadía que les costó insultos, improperios y descalificaciones de todo tipo, el proyectar, en base a sus profundos conocimientos de geología y de observación de muchos años en campos de petróleo y gas, qué sería del mundo y cuando se llegarían según sus cuentas, al máximo de extracción del que llamaban “petróleo convencional”; esto es, el de fácil adquisición.
Y llegaron a la conclusión en 1998, de que el máximo de extracción de ese tipo de crudo sería, más o menos, hacia el 2010.
MEA CULPA, en nombre de Colin, ya fallecido. El nonagenario Jean Laherrere sigue haciendo curvas de proyecciones de recursos y creo que no está por la labor de pedir disculpas, por haber constatado que un recurso finito se empieza a extraer, llega a una cima o cenit y luego cae. Tiene una colección de curvas que denomina de Linearización de Hubbert que dan pavor. Y sigue publicando en ASPO Francia.
El cenit del petroleo convencional no fue en 2010 sino unos años más arriba o abajo. Pero fallar en un año o dos dar una fecha no se perdona (o incluso cinco, diez o quince años, seamos sinceros ¡qué mas da! Si queremos hacer ver el concepto de finitud). MEA GRANDISSIMA CULPA. Todavía hay sesudos personajes analizando y sin ponerse totalmente de acuerdo, sobre cuando fue el cenit del petróleo convencional, que cifran entre el 2005 y el 2010. Luego cuando fue el cenit (o si todavía no ha sido) de todos los líquidos combustibles, que es como sumar biocombustibles y demás artificios contables que decía Mario Conde antes de ser condenado, como las llamadas “ganancias en refinerías” y discutiendo si el petróleo polar el petróleo de aguas profundas y ultraprofundas o el petróleo de arenas bituminosas de Canadá o de la Franja del Orinoco de Venezuela, alargarán la agonía unos años más o no
Anteriormente, ya digo, M. King Hubbert, había hecho con muchos menos medios y menos conocimientos de las realidades extractivas del mundo entero, pero con bastantes conocimientos de
cómo operaban los pozos y yacimientos en su propio país, que Estados Unidos llegaría al máximo extractivo en 1970 y el mundo llegaría al máximo extractivo hacia el año 2000. SEA ANATEMA.
No importa que Hubbert clavara su previsión del pico máximo de producción de petróleo en EE.UU. con una precisión de ± 1 año. Pero amigo, lo estaban esperando a la vuelta del año 2000 para incinerarlo en efigie, como hacía la Inquisición cuando no atrapaba al reo. Porque el pico máximo de la producción mundial de petróleo no llegó en el 2000. MEA CULPA.
Disculpen en craso error. Un director del Centro de Investigaciones Sociológicas puede errar en la previsión de los resultados electorales, a pesar de las poderosas herramientas a su disposición en un 15% para algunos partidos. Lo puede hacer varias veces y recibirá alguna crítica, pero seguirá en el cargo.
Un economista convencional o un serio periódico financiero de gran difusión, puede sugerir una inflación en un país o en la Unión Europea y luego corregir el tiro dos puntos arriba o abajo en apenas 7dos meses y no pasa nada. Son gajes perdonables del oficio. Pero amigo, que un geólogo de prestigio, explicando que un recurso es finito se atreva a decir cuando cree que empezará a bajar su extracción a cinco, diez o cuarenta años vista y luego se equivoque en un +/-5% es imperdonable A la hoguera con el, por hablar de límites, cercenar nuestros sueños de volar como Peter Pan hasta el infinito y más allá Y para desmentir, estas cosas y ridiculizar a los que se atreven a decir que los recursos finitos tienen un fin y que está a la vuelta de la esquina en términos históricos, tenemos el ejemplo de hasta dónde llega la tenacidad, que a veces se convierte en contumacia, con el caso de Estados Unidos, que se utilizó profusamente para tirar abajo la lógica abrumadora que habían expuesto Colin y Jean.
Aunque los autores de The End of Cheap Oil ya habían incluido las posibilidades de explorar petróleos no convencionales (los de más difícil extracción y peor rendimiento neto), como el petróleo de aguas profundas, esto es los yacimientos que se encontraban bajo el mar a profundidades superiores a 500 m. de lámina de agua, como en yacimientos de Brasil y el petróleo polar, esto es el que se pudiese encontrar más allá de los círculos polares ártico y antártico, no había previsto que un tercer as en la manga o un tercer conejo en la maravillosa chistera tecnológica podría surgir. Y allá fueron a por todas. Al llamado petróleo de esquistos o petróleo (y gas) que se extrae exprimiendo de forma brutal una roca muy compacta, que exige inyectar presión, inyectar líquidos corrosivos y fracturadores de la roca y extraer y depurar lo extraído. Light Tight Oil, lo llaman en inglés. Petróleo ligero de roca compacta o para el gran público el petróleo de “fracking”.
Aleluya. Mueran los agoreros. Viva el “human ingenuity”, tenemos petróleo para rato. Perdonen el atrevimiento. MEA CULPA una vez más.
8No importa si ese petróleo pintado de rojo, contamina los acuíferos subterráneos de gran parte de aquel hermoso país, como dejó entrever la película de Matt Damon “Tierra prometida”
No importa si ese petróleo no produce diesel o fuel oil, que sigue necesitando la maquinaria pesada del mundo, sino solamente unas gasolinas para seguir con el mundo de los coches privados. Lo importante es que los de ASPO estaban equivocados y hay petróleo para rato.
Ya se preparan Argentina con su Vaca Muerta, para copiar a EE.UU. con el petróleo y gas de fracking.
Son países que nos demuestran que son capaces de “resucitar” sus producciones petrolíferas y gasísticas. Podemos volver a creer en la vida perdurable, en el infinito y más allá.
Después vendrá México, que hoy agoniza en su curva de producción petrolífera. Y vendrá China a tratar de emular la hazaña estadounidense del “fracking”. Y otros. Y podremos revertir las inexorables caídas de lo que creímos erróneamente que era finito y no lo era. MEA CULPA A quien se le ocurre dar fechas de que algo finito se agota si se extrae cada vez más. Solo a unos
estúpidos. Porque si te equivocasen un año, te crucifican Y si aciertas, te maldicen por cabrón espiritista y brujo adivinador. Porque les está jodiendo la fiesta al decir como Richard Heniberg que “The Party’s Over” o que la fiesta se acabó Y da lo mismo que digas esto para el petróleo, para el gas, para el carbón, el uranio, el litio, el cobalto, el cobre, la plata el plomo, el mercurio, el aceite de ballena (ese era orgánico o biológico y llegamos a estar a puno de agotarlo) y decenas de minerales o productos más.
También lo explicó Richard Heinberg en su “Peak Everything”. Todo llega, nos dice como Machado, aunque lo nuestro sea pasar, pero eso no se puede decir, Richard.
9MEA GRANDISSIMA CULPA. LO QUE NO VIMOS VENIR. LO QUE NO ES GEOLOGÍA Pero dónde debo pedir disculpas, no es tanto por haberme creído unas fechas e incluso haberme atrevido a otear alguna. Fui y creo que soy todavía miembro del Consejo de una revista, voluntariosa pero marginal, que en su título lleva una fecha de predicción, por muy sarcástica que sea.
La revista se llama 15/15\15. Se fundó en el año 2015 de manos de Manuel Casal, queriendo hacer ver a los lectores que desde esa fecha de 2015, quedaban 15 años para que nos viésemos en el mundo con el 1% del petróleo disponible que teníamos en el 2015.
Aunque la revista no hace pupa mediática y es para un círculo restringido, ya debe haber gente esperando con las garrotas para atizarnos en el 2030, si no estamos ya sufriendo disponer de solo el 15% del petróleo que teníamos en 2015.
En un artículo de esa revista, me atreví en dos entregas a dar otra fecha de problemas. Siempre buscando problemas. Nunca soluciones. Sería perfecto como bolsa de boxeo o “punching ball” para el gran filósofo de Van Gaal: tu siempre negatifo, nunca positifo.
La previsión la hice en octubre de 2018 y ya va para seis años.
Con datos proporcionados por Jean Laherrere, que como ya sabemos es un ser falible analice en dos capítulos el momento en que preveía que los grandes poderes con capacidad nuclear, llegarían a enfrentarse unos a otros para procurarse el petróleo que entendía les iba a faltar para poder seguir manteniendo sus capacidades energéticas habituales para satisfacer sus necesidades materiales y sociales.
Los capítulos se titularon:
Propuesta de ejercicio práctico para escépticos del Peak Oil
y Ejercicio práctico para escépticos del Peak Oil: 2ª parte (propuesta de solución)
y llegaba a observar que el petróleo que quedaría exportable en el mundo, que calculaba sería algo menos de 40 millones de barriles diarios, no sería suficiente para satisfacer la demanda de los países que tenían que importar petróleo (aunque algunos lo produjesen como Estados Unidos) y que tenían armamento nuclear. Es decir, preveía, incluso ignorando (MEA CULPA) al resto del planeta, los países que tenían poder armamentístico nuclear quizá tuviesen que luchar entre ellos por mantener su cuota de petróleo.
La fecha de ese conflicto entre potencias nucleares por recursos fósiles esenciales andaría por el 2024.
10Me quedan pocos meses para ser crucificado por mis imperdonables errores en las predicciones, aunque afortunadamente, nadie se acordará de aquella predicción con datos que están aportados en hojas Excel, seré ignorado y podré vivir mi ancianidad en un apacible retiro.
Por supuesto, hice un modelo de crecimiento del consumo de los países del mundo que seguramente no se ha dado desde entonces. La pandemia de la COVID y la guerra de Ucrania, además de crisis económicas y demás, han podido ralentizar ese consumo y por tanto prolongar la llegada al punto de conflicto un poquito más.
El problema que debemos admitir los que nos hemos centrado exclusivamente en el comportamiento geológico de los yacimientos de recursos, es que no hemos considerado la variable más difícil de introducir y valorar, que es la reacción humana, política, social y militar a un descenso irreversible de los recursos de los que hasta un momento determinado se disponían.
En mi pueblo dicen que “pa’ las cuestas arriba te quiero burro, que las cuestas abajo, yo me las subo” El mundo del cuerno de la abundancia, el de la cornucopia, funciona justo al revés. Mientras sube el consumo es todo alegría en la casa del Señor. Lo que uno no sabe nunca qué pasará es cuando venga la cuesta abajo del consumo.
Así que MEA CULPA por no ser capaz de pronosticar ni de explorar el futuro desde el prisma humano, político, social y militar a la cuesta abajo del consumo, de la menor disponibilidad de bienes. MEA CULPA, por haber visto solo la curva en forma de campana, esa curva gaussiana o sigmoide según se proyecte y haber creído que seguiría cayendo en forma más o menos simétrica a la subida (salvo la aceleración del efecto Séneca de la bajada), hasta llegar al fondo. Cuando la realidad es que a los primeros síntomas de la bajada o reducción en la disponibilidad de bienes y recursos, los seres vivos se abalanzan o tienden a abalanzarse unos sobre otros por la posesión escasa de los mismos. Eso es lo que no había visto hasta hace no mucho.
Hemos sido testigos, a lo largo de la historia de los procesos de acaparamiento (el “hoarding” de los ingleses), en cuanto lago empieza a escasear. Hemos visto como la gente se abalanza a apilar cantidades irracionales de papel de váter, al menor síntoma de crisis. E inocente de mi, siendo miembro de ASPO, quedé hipnotizado por la forma de campana de la curva, sin atender o meditar lo más mínimo cómo sería el primer momento de la caída, cuando ya se intuya, sin lugar a dudas, que es irreversible y no tiene vuelta atrás. Sin entender que esas curvas simétricas, cumplen con la curva de subida pero luego suelen ser atravesadas por zafarranchos de combate de la intervención humana, que impiden que la caída siga la curva de caída hasta cero de la fórmula clásica de una curva gaussiana.
Antes muertos que sencillos. No vimos venir eso. MEA CULPA, MEA CULPA, MEA GRANDISSIMA CULPA
Sin embargo, creo que otros sí lo vieron. Decía Colin Campbell que le visitaron en su aldea natal irlandesa unos sujetos oscuros que iban enviados por Donald Rumselfd para que fuese a contar su visión a Estados Unidos y se presentaron como el doctor Gadget, con gabardina incluida en la puerta de su casa. Los envío a la mierda y ahora que está fallecido lo puedo contar, porque iban exigiendo su viaje urgente a reportar, no de forma amable.
Daniel Gómez y yo en el 2008, cuando organizamos la VII Conferencia Internacional de ASPO en Barcelona, con grandes ayudas de muchos colegas que no cito para no extenderme, vimos con
sorpresa que se registraban tres tipos de la Central Intelligence Agency (CIA), pero identificándose ellos mismos como miembros de la CIA. Sorpresas te da la vida. Espero que sacaran algo de provecho, aunque seguramente podrían ellos habernos contados más cosas que las que contaron los expertos de ASPO en sus intervenciones, sobre lo que significa llegar arriba en el consumo y tener que empezar a caer.
La gente de PEMEX de México aparecía y desaparecía de las reuniones de ASPO, como fantasmas. Debían estar interesados en lo que se decía de su propio declive extractivo, pero nunca quisieron formar parte de esta inocente organización que no les obligaba a nada, como si les diese vergüenza aparecer listados en gente que hablaba de límites a la extracción de petróleo. Llegaron a nombrar una persona para ASPO México, pero creo que fue para evitar que ASPO nombrase a otro que pudiese informar de los datos extractivos/productivos de PEMEX
Sabían y saben muchas cosas. Tuvimos papeles desclasificados de los años setenta de la CIA y ya conocían el problema de los límites y los agotamientos graduales que se darían en pocas décadas en la producción mundial de petróleo. Nunca lo hicieron público, Claro que su misión no tiene por qué ser pública.
En el 2013 Chile me invitaron a dar una charla en la Universidad Católica en una fundación que tenían con la Compañía de Petróleos de Chile, COPEC. Asistieron unas 300 personas. Aparte del rector de la Universidad, había dos ministros, uno de ellos el de Energía con un anterior ministro de energía ya en otras funciones. Lo que me sorprendió fue ver a altos oficiales de la Armada Chilena.
Hay mucha gente en puestos de responsabilidad de la dirección del país y en entidades militares o de inteligencia que saben que hay límites y que los recursos finitos se agotan en un mundo finito. Incluso seguro que saben los ritmos aproximados de agotamiento, en función de cómo se utilicen esos recursos. Vaya si lo saben. Otra cosa es que vaya a opinar públicamente de ello. En esos años de las Conferencias internacionales de ASPO, entre el 2003 y el 2010, tuvimos acceso a informes oficiales del gobierno alemán, que dejaban meridianamente claro que sabían lo que se les venía encima. Los británicos lo mismo. El ministro ruso de energía reconoció hace varios años que su país estaría sobre el cenit de su producción nacional de petróleo.
Todos los grandes estaban en el ajo. Pero seguimos comportándonos como si no pasase nada.
Esperando a Godot. Esperando que la tecnología nos resolviese otra ve más el problema. Había que seguir creciendo. Es el imperativo. Creced y multiplicaos.
Para una sociedad que lleva la marca del crecimiento infinito en la frente, desde al menos que se descubrieron los combustibles fósiles y su consumo haya ido in crescendo desde 1850, es normal que prefieran no hablar de que la fiesta ha llegado o va a llegar a su fin. Siempre es muy desagradable decirle a los amigos borrachines que se vayan yendo de casa a dormir la mona de la borrachera a sus propias casas.
Una vez más, MEA CULPA.
Llevamos dos años en que el genocida Putin, seguramente uno de los dictadores con mucho más sentido común que sus contrapartes, los genocidas occidentales, revestidos de demócratas, lleva dos años amenazando con que si Rusia se ve en peligro existencial, usará su armamento atómico.
Llevamos más de 30 años avanzando con la OTAN sobre Rusia en forma de añadidos a la OTAN de todos los países que había cerca de Rusia, desde que en febrero de 1990, prometieran a Gorbachov “not one inch eastward” (que la OTAN no se movería una pulgada hacia el Este desde donde estaban, ante la tesitura de disolver la antigua URSS). El último país fue Ucrania, que no llegó a consumar su unión en la OTAN por la invasión rusa, para obviamente privar de la cercanía estratégica de un país que había sido, no del Pacto de Varsovia, sino de la URSS y cercar a Rusia, el país que más recursos energéticos tiene en todo el continente y en casi todo el mundo.
El triángulo de la riqueza petrolífera y gasística mundial en el Golfo Pérsico está ardiendo por los cuatro costados. Los mandamases como Dick Cheney,Secretario de Defensa y Vicepresidente de EE.UU. con Bush, decía en 1999 en el London Institute of Petroleum, que Oriente Medio, con dos tercios del petróleo mundial y con el coste más bajo de extracción, es donde está el premio gordo.
Hoy tienen a Israel debilitado, teniendo que recurrir al genocidiode sus hermanos semitas palestinos. Los EE.UU. no saben como meter mano a Irán,ya es demasiado tarde. Irak se les va también de las manos. Arabia Saudita acaba de sugerir que no renovará el acuerdo estratégico para vender petróleo solo denominado en dólares y coquetea con los BRICS para unirse a ellos. E incluso están siendo incapaces de frenar los golpes de unos desarrapados yemeníes en el Mar Rojo y el estrecho de Bab El Mandeb.
Putin y Xi, esos autoritarios dictadores para el pulcro Occidente, tienen razón: se está acabando el mundo unipolar cuya gestión única correspondía al imperio. Y piden a EE.UU. y a la UE y a la OTAN que lo acepten. Y eso es, por el momento, inaceptable, claro está Libia ya está en la Edad de Piedra. Venezuela casi también. Ambas agotadas geológicamente y acosadas económica, financiera y militarmente. Las sanciones a que se ven forzados los occidentales a los que cuestionan esa disciplina del mundo unipolar con piloto único estadounidenses, tienen que ser cada vez más intensas y cada vez resultan más inútiles. En ocasiones, cada vez con más frecuencia, suponen un tiro en el pie, sobre todo para los seguidistas europeos de los dictados de EE.UU., que se están desindustrializando a toda costa.
El área del dólar, ese pegamento del mundo unipolar, empieza a disolverse como azucarillo. Las amenazas de utilizar los fondos soberanos de Rusia, depositados en las cuevas de Ali Baba de Occidente, que hasta ahora era garante seguro del pago, para pagar las armas a Occidente y principalmente a EE.UU. para que Ucrania pueda seguir resistiendo y desgastando a Rusia, pueden terminar de acabar con la confianza en depositar ni un penique en Occidente. Hablan de meter mano a unos 50.000 millones de los aproximadamente 300.000 millones de dólares rusos depositados en Occidente. Rusia asegura que si le tocan ese dinero, responderá, seguramente tomando activos occidentales en Rusia. Esta semana ha decidido parar todas las transacciones de la Bolsa de Moscú en dólares y en euros India acaba de repatriar de Reino Unido 100 toneladas de oro. China está soltando bonos del Tesoro Estadounidense y adquiriendo oro a toda velocidad. En Asia, China mantiene un pulso durísimo con EEUU por Taiwan, que Naciones Unidas dice que es parte de China y EE.UU. dice que es otro país, que tiene que armar. Hay almirantes estadounidenses estúpidos hablando de crear un infierno de drones intransitables en el Mar de China.
Rusia está repitiendo, cada vez con más frecuencia, ejercicios nucleares tácticos e incluso trasportando a Bielorrusia esas amenazantes armas. Por su parte, la OTAN está en una guerra abierta no declarada con Rusia y también amenazando con maniobras en sus puertas. Alemania dice que hay que prepararse para la guerra para 2029 como muy tarde. Arrancan las propuestas de militarización de la oronda y opulenta juventud europea, de milicias de conscriptos.
En África, Francia está saliendo de forma muy vergonzosa de sus antiguos dominios africanos coloniales, donde llevaba siglos ejerciendo un expolio sin cuento, por ejemplo, con el uranio de Níger. Sale de Mali, junto con el ejército español, que hacía de mayordomo del francés y salen ambos con nocturnidad. Abandonan Burkina Faso y pronto Senegal. Se les va a de las manos. Adiós, África, adiós.
A franceses y también estadounidenses. Entran rusos y llegan hasta a ocupar la misma base en la que están norteamericanos en Níger. Entra China haciendo ferrocarriles de punta a punta y por supuesto, en busca de los recursos que queden y en condiciones de resistencia inigualables con respecto a la reblandecida Europa. Un geólogo español no va a Argelia a trabajar aunque le paguen 70.000 euros anuales y unas condiciones laborales excelentes, pero hay miles de geólogos chinos dispuestos a aguantar en condiciones muy pobres, durante años por salarios de 1.500 euros al mes.
Día a día dando pasos hacia el abismo, de forma acelerada. Pero todos los medios occidentales ignoran que haya alguna relación con la escasez de recursos o haber llegado a los límites. Nadie identifica que estamos llegando a un punto de la lucha por los recursos (Resource Wars, si Michael T. Klare sí lo veía), que nos aboca al enfrentamiento. Estamos como los primates de la película de Kubrick con guión de Arthur G. Clarke, alrededor de un charco que se seca y es nuestro sustento de vida. Y no hay agua para todos. Garrotazo y tente tieso. El que descubre el usar el primer arma, que es un hueso grandes y le da en la cabeza a los demás. Se queda con el charco. Pero no lo vemos. Esto ya no tiene que ver con la geología (¿o precisamente si?) del petróleo y del gas.
No tiene que ver con que estemos quizá llegando seriamente al límite máximo y no vaya a poder seguir creciendo la economía mundial. MEA CULPA Seguimos pensando que hay recursos infinitos o que hay alternativas.
Y antes de reconocer que no se puede crecer de forma infinita en un mundo finito, hay que quemar en la hoguera a todos los agoreros. Hay más soluciones. Cuando ya no se puede seguir aumentando el consumo de combustibles fósiles, se pueden elegir alternativas que sigan permitiendo soñar. Una es decir que las energías llamadas renovables van a sustituir a las fósiles en tiempo y forma. Una suerte del eslogan “seamos realistas, pidamos lo imposible” de Herbert Marcuse en el 68, pero vuelto del revés como un calcetín. Seamos irrazonables. Pidamos que las renovables nos resuelvan el problema. ¿Como vamos a decir a los niños en los libros escolares que el progreso tiene límites?
¿Como decirles que sus papás y sus abuelos se les comieron la mayor parte del quesito y que a ellos les tocará vivir como sus tatarabuelos si se portan bien y hacen un gran esfuerzo? Lo lógico es que en los libros de la EBAU o ahora la BAU se dibujen campos eólicos verdes y soles generando electricidad limpia en módulos fotovoltaicos.
No importa que no haya ni un megavatio que se haya producido ni un gigavatio*hora que se haya generado que no haya sido con el concurso de energías fósiles.
No importa que en los más de 100 años de energía eólica generando electricidad y más de 70 años de conocer el efecto fotovoltaico, ambas formas de generar energía sigan siendo solo eléctricas y representen menos del 16% del consumo total mundial de energía primaria, del que el 8% es energía hidroeléctrica, que ya alcanza niveles preocupantes de ocupación de valles fértiles y no puede crecer apenas nada más.
No importa que el problema sea el modelo, que cuando el Protocolo de Kioto obligó a las naciones a reducir las emisiones de efecto invernadero, estuviésemos consumiendo 257 Exajulios (EJ) de energía 15y en 2022, estuviésemos consumiendo 494 EJ, un 92% más, todavía con más de un 80% de energía fósil. Y que nadie se pregunte qué aportaron las llamadas renovables desde entonces. Pues aportaron el pasar de 24 EJ en 1997 a 110 EJ en 2022 . Y que nadie se pregunte como van a evitar que se siga creciendo en consumo, si es que no hay límites a combustibles que son finitos.
Sin embargo, asistimos con el mismo fervor con que los franquistas asistían a la inauguración de cada pantano y sacamos en nuestro NO-DO del ecologismo fervoroso, cada inauguración de una planta fotovoltaica o un parque eólico, hablando en primer lugar de las emisiones que va a reducir en toneladas de CO2.
Hay otra forma de ocultar que las fósiles empiezan a chocar con los límites máximos de sus respectivas extracciones globales. Sin reconocer que los tienen, se ha acelerado la idea de que hay que reducir el consumo de las mismas, pero no porque estén llegando al limite, que va. Hay que reducirlas porque son las causantes del cambio climático.
Así, cualquier reducción en el consumo de las mismas, se puede apuntar no como una constatación de que hemos llegado al fin de fiesta, no. Se reducen porque estamos ganando la batalla a las emisiones de gases de efectos invernadero, mediante la famosa transición energética que protagonizan las energías renovables. No importa si los datos fríos nos dicen que seguimos emitiendo más gases que nunca incluso con el consumo de fósiles estancados y a pesar de que se estén instalando más energías que nunca de las llamadas renovables. Es que ese mensaje vende muy bien. Y aceptar de plano que la fiesta de las renovables está llegando a su fin, es siempre muy desagradable.
No saben ustedes bien lo que rezo para volver a equivocarme.
Pedro Prieto. 17 de junio de 2024
Pienso las que las élites prefieren plantearlo como una emergencia (climática o de cualquier otro tipo, siempre que esté perfectamente alineada con el declive de las fósiles) para asustar y deshorientar a la gente para poder tomar todo tipo de medidas de excepción que les permitan hacer las transformaciones necesarias para salvar su culo y acaparar todo lo que puedan.
Creo que el declive será largo porque no solo está lo que se produce sino el “stock” que supone la economía mundial, que en poco más de dos décadas aumenta en mayor medida que todo su crecimiento anterior. Plantearlo como un problema de escasez de recursos, que pienso que es menos inmediato, puede hacer que la sociedad se plantee cuestiones a más largo plazo y más sosegadamente, algo que no interesa.
Ultimamente leo a gente que niega que exista una emergencia climática y he de decir que sus argumentos me parecen convincentes. Antes los habría visto como argumentos del lobby de la industria fósil y los habría descartado, pero puesto que este lobby es mucho menos poderoso que el lobby de la transición verde, decidí que quizá debía escuchar los argumentos de ambas partes. La emergencia climática cada vez la veo más como un falso relato, más conveniente nuestras élites, que la verdadera cuestión de fondo, que es el agotamiento de recursos o el exceso de población.
Por cierto, en la caja de texto para introducir los comentarios, el color de la letra es el mismo que el del fondo, no viéndose lo que esta uno escribiendo.
Saludos.
… Y cuanto mas evidente es el problema con los límites, mas ciega, absurda y violenta es la negación.