Nos encontramos en un momento en el que resulta desconcertante que no haya ocurrido un colapso bursátil, especialmente con el inminente problema energético que se avecina. La respuesta a esta aparente paradoja es bastante clara: desde 2019, se ha estado imprimiendo más dinero en dólares estadounidenses que en cualquier otro momento de la historia de esta moneda. En otras palabras, la economía de Estados Unidos, también conocida como Occidente y, de hecho, la economía global, se ha sostenido mediante la emisión de deuda y la impresión de dólares de monopoly.
No obstante, la problemática radica en que, como he mencionado anteriormente, el mundo está distanciándose de Occidente y construyendo su propia moneda y mercado global con los BRICS. Las tensiones y conflictos que Occidente está llevando a cabo mediante guerras proxy contra este movimiento podrían resultar en una pérdida de valor significativa para el dólar en el futuro. Es plausible que llegue un momento en el que la confianza en el dólar se desplome, y los países opten por no utilizarlo o aceptarlo, prefiriendo en su lugar otras monedas no occidentales respaldadas por recursos y energía tangibles en lugar de la confianza en el imperio.
En este contexto, surge la pregunta: ¿qué tiene que ver todo esto con Argentina y Milei? Desde mi perspectiva, las maniobras de Estados Unidos para influir en sus países aliados a dejar de depender de su moneda y, al mismo tiempo, fomentar su uso como si estuvieran depositando su confianza en el dólar, podrían estar diseñadas para asegurar nuevos recursos a explotar. En el caso de Argentina, esto incluiría los cuerpos de sus ciudadanos, su energía, su tierra y sus recursos alimentarios. La propuesta aparentemente radical de Milei, el nuevo presidente de Argentina, podría ser interpretada como un mandato indirecto de Estados Unidos, destinado a evitar que Argentina se una a los BRICS y a fortalecer su moneda, que en este momento parece ser más una representación digital que una divisa respaldada por la verdadera riqueza del imperio.
Esto se vuelve inevitable, ya que la energía que sustenta la impresión de dinero tiene sus límites, y el control que Estados Unidos ejerce sobre el resto del mundo también enfrenta desafíos cada vez mayores.”