En la era de las pantallas y las nubes que son de todo menos inocuas e infinitas, la palabra escrita parece vivir en un territorio frágil. Los textos flotan en servidores lejanos, encerrados en plataformas que un día pueden decidir que ya no existes. Un cambio de política, una denuncia, un fallo técnico o lo que es peor censura pura y dura… y todo lo que dijiste se evapora como si nunca hubiera sido. Lo digital tiene esa extraña paradoja: parece eterno, pero es efímero.
Yo elijo el papel. Elijo la lentitud de la tinta que se seca, la textura rugosa que guarda las palabras como un cofre guarda sus tesoros. Elijo un soporte que no necesita permiso para existir. Porque un libro impreso no pregunta quién eres antes de abrirse, ni se conecta a un servidor para comprobar si todavía tiene derecho a ser leído.
El papel sobrevive a modas y formatos, resiste décadas con la misma serenidad con la que un árbol soporta estaciones. Puede quedar olvidado en una estantería, dormido en una caja, escondido en un desván… y, aun así, un día despertar en manos de alguien que lo abra y descubra un mensaje intacto del autor, como si hubiese sido escrito ayer aunque el autor ya no exista en su realidad.
Además, el papel tiene algo que lo digital nunca podrá imitar: la privacidad. Puedes leerlo en soledad, prestarlo a un amigo, dejarlo en un banco para que un desconocido lo encuentre. No hay historial que lo delate, ni algoritmos que adivinen tus pensamientos ni sepan que páginas lees, donde y cuando. Es un acto de libertad silenciosa: leer sin ser observado.
Por eso publico en papel. Porque lo efímero de lo digital me recuerda que las palabras necesitan raíces, y no hay tierra más firme que una página que puedes tocar. Porque, cuando todo se conecta, a veces lo más revolucionario es desconectar. Y porque sé que, mientras haya luz del sol suficiente para ver, siempre habrá alguien que pueda abrir un libro y encontrarme allí, esperándole.
Feliz Colapso y conseguid mis libros en papel mientras podáis aunque no sea vuestro momento para leerlos o compartirlos con quien los necesite.


